Hace unos diez años vino un discípulo a conocer un maestro, atravesó el continente y estuvo dos meses compartiendo clases, luego se fue muy entusiasmado para volver al año siguiente. Sin embargo las cosas cambiaron esa vez porque no hubo clases, sino vivencias. Estuvo todo el tiempo al lado del maestro, convivió, atendió enfermos, compartió con otras personas, estuvo en las situaciones más cotidianas y sencillas de un ser humano. Pero empezó a quejarse porque no tenía clases. Algunos compañeros le señalaron que estaba teniendo el mejor entrenamiento: VIVIR CON. Pero se lo tomó a mal, no entendió.
Si bien cuando uno tiene la mente abierta a aprender todas las situaciones son maestros, todas la personas son maestros, hay seres que portan la "baraka", la "shakti". No nos engañemos, siempre hay una relación "enseñar-aprender", es una retroalimentación, pero es la actitud de la humildad la principal puerta de acceso a la sabiduría.
Daniel Curbelo
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