Al igual que con la tumba egipcia de Tutankamon, se han producido trágicas muertes de varios estudiosos de los monumentos: el británico James Cook y el francés Francois de La Pérouse fueron asesinados, el chileno Max Puelma murió tras golpearse la cabeza con un moai de madera, el investigador Alfred Méltraux se suicidó, y la arqueóloga Katherine Routledge terminó sus días demente y asegurando que los espíritus de los moais le hablaban.
Así que si va a la "isla"... recuerde:
LOS MOAIS, SE MIRAN, PERO NO SE TOCAN...
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