Es aquí (en la soledad) cuando usted descubre acto sin movimiento, labor que es profundo reposo, visión en la oscuridad y, más allá de todo deseo, plenitud cuyos límites se extienden hasta el infinito.
No estamos en paz con los demás porque no estamos en paz con nosotros mismos, y no estamos en paz con nosotros mismos porque no estamos en paz con Dios.
Tenemos lo que buscamos, está ahí todo el tiempo, y si le damos tiempo, se nos revelará.
Cuando termina la ambición, la felicidad comienza.
El orgullo nos hace artificial y la humildad nos hace reales.
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