- Siéntate en la postura del loto, cierra los ojos, enciende la mirada interior y dime ¿qué ves?
– Estoy visualizando tu forma, mi señor. En mi mente te veo solo a ti – Dijo Parvati.
Entonces Shiva siguió: - ¡Muy bien! Ahora trasciende mi forma, ve un poco más adentro y dime qué ves.
– Ahora veo una luz cegadora, pero que no daña la vista - Dijo Parvati.
Y Shiva siguió: - ¡Estupendo! Ahora ve más allá de esa luz y dime qué ves.
– La sílaba OM, el Nombre más sagrado. Puedo sentirlo y vibrar con Él.
Y Shiva continuó:
- Sumérgete aún más adentro de tu ser y dime qué ves.
Entonces Parvati alcanzó un silencio tan profundo que ya no pudo contestar a ninguna pregunta más. De esa manera se fundió en el silencio, diluyendo su individualidad y haciéndose una con su señor.
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