Hay una tienda en Santiago (que visito por temas exclusivamente de trabajo) que no deja de sorprenderme de tanto en tanto, por sus figurillas... y siempre que eso pasa, le pido permiso a su dueño para sacarle una foto, a lo cual siempre accede... aunque advierto (con el rabillo del ojo) una sonrisa medio "ahogada" en él, pues nunca ha entendido muy bien mi fascinación por las mismas... y no para comprarlas, sino para contemplarlas... para el comerciante estas figurillas tan sólo son una vía para hacer dinero a través del comercio y no les da más valor que eso.
En esta ocasión le acababa de llegar un "Merlín" (o así yo lo bauticé)... y ahí se los dejo para su disfrute... digo, para quien disfrute con ello... ;-)
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