«Noli me tangere» es la frase pronunciada (según el evangelista San Juan), por Cristo resucitado, después de su aparición a María Magdalena.
Esta aparición, la primera de todas, se produjo en la madrugada del domingo de Pascua, cuando las piadosas mujeres que habían asistido a la muerte y sepultura, fueron al sepulcro, que estaba en el jardín o huerto de José de Arimatea, para embalsamar su cuerpo.
María Magdalena , llorando por haber encontrado el sepulcro vacío, vio de pronto a su lado un hombre desconocido, que tomó por el jardinero u hortelano, a quien preguntó dónde había puesto el cuerpo de Jesús, al que estaba dispuesta a llevarse.
Díjole Jesús: ¡María!
Ella, reconociéndole al instante, le dijo en arameo: «Rabbuni», que quiere decir Maestro mío.
Echándose inmediatamente a sus pies para besarlos o abrazarlos.
Jesús le dijo (Jn. 20:11):«No me toques (noli me tangere) , pues todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios».
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