miércoles, 20 de noviembre de 2019

la Calma...


La calma no se obtiene una vez y para siempre. Es tan delicada como la más frágil de las flores, basta que la brisa se convierta en viento para que la perdamos.

Por ello, una vez que la alcanzamos, debemos cuidarla con la misma dedicación y amor, con la que un jardinero se relaciona con sus flores.

Cuando hagamos de ello un hábito, siempre tendremos ese “piloto automático” que nos indica que debemos cuidarla a diario y en caso de haberla perdido, que debemos hacer todo lo que está en nuestras manos para recuperarla.

Como dicen la canción, habrán muchas “sillas” en el camino que te inviten a parar, justificando la “rendición” a que estás muy cansado para seguir… más desde lo profundo del Ser que somos habrá un llamado perenne a que la busques y restaures tu Alma con ella.

La Calma es el estado natural del Ser que somos, todo lo demás que puedas oír, son tan sólo cantos de sirenas, que te llevan irremediablemente al naufragio en el roquerío de las costas.

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