El Padre, famoso en la región por su bondad y sabiduría, reunió a todos sus hijos e hijas, cargó sus pertenencias sobre los camellos y salió a buscar nuevos pastos. Pero, en la travesía, el camello que llevaba el tesoro familiar, tropezó y cayó, desperdigándose las joyas sobre la fina arena.
El hombre, viendo lo sucedido, llamó a su familia y les dijo:
- Mirad, estos son todos los tesoros que he guardado para vosotros. Que cada cual coja el que más le guste y que se lo quede.
Obedeciéndole, cada quien fue cogiendo lo que quiso. Algunos tomaron anillos de oro, otros túnicas de seda, otros gargantillas, pulseras y muchas cosas más.
Solamente el hijo más pequeño permaneció inmóvil al lado de su padre. Cuando el hombre se percató, miró a su hijo y le dijo:
- ¿Por qué no coges tú también lo que más te guste?
- Padre, dijo el pequeño, ¿de veras puedo coger lo que más quiera?
- Claro, hijo mío, toma el tesoro que más desees.
Entonces, el pequeño, poniéndose frente a él, lo abrazó fuertemente y le dijo:
- ¡Tú eres mi único tesoro!
Manuel Fernández Muñóz
"99 Cuentos y enseñanzas sufíes"
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