El predicador tuvo un enorme éxito.
Venían a él por millares a adquirir sabiduría.
Cuando obtuvieron la sabiduría,
dejaron de acudir a sus sermones.
Y el predicador no podía ocultar su satisfacción,
pues había logrado su propósito...que no era
sino el de retirarse lo antes posible,
porque en el fondo sabía
que él tan sólo ofrecía a la gente
lo que ésta YA poseía,
con tal de que fuera capaz
de abrir los ojos y mirar.
«Si yo no me voy»,
dijo Jesús a sus discípulos,
«no vendrá a vosotros el Espíritu Santo».
Antonhy De Mello
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