En una entrevista, en Roma, un periodista trataba de poner en
aprietos a Borges. Y probó con algo que le pareció provocativo:
-¿En su país todavía hay caníbales?
-Ya no –contestó Borges-, nos los comimos a todos.
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Borges firma ejemplares en una librería del Centro.
Un joven se acerca con un ejemplar de Ficciones, y le dice:
-“Maestro, usted es inmortal”.
Borges le contesta: “Vamos, hombre. No hay por qué ser tan pesimista”.
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Un grupo de adictos a Isabel Perón descubre a Borges y lo sigue unos metros, insultándolo.
Al ingresar a su casa, un periodista le pregunta cómo se siente.
- Medio desorientado. Se me acercó una mujer vociferando: ¡Inculto! ¡Ignorante!
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