Cuentan que, en cierta ocasión, mientras mi maestro, Djalal al Din Rumi, sumergido en un éxtasis de Amor Divino, recitaba poemas cargados de pasión, un extranjero que se sentaba entre nosotros no pudo contenerse y empezó a llorar y a gemir, arrobado por la belleza de lo que estaba escuchando.
De esa manera, cuando mi maestro terminó y abrió los ojos, el extranjero le preguntó:
- "Oh señor, ¿dónde ha encontrado la inspiración para escribir esos versos".
A lo que mi maestro contestó:
- "Del mismo sitio donde tú has encontrado tus lágrimas".
La Taberna del Derviche.
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