Atados de cara a la pared, su visión era muy limitada y sólo podían ver en la pared el reflejo de modelos, estatuas de animales y objetos que pasaban delante de una hoguera (detrás de ellos).
Un día, uno de ellos pudo salir de la cueva, y al estar fuera, la luz del día lo deslumbraba. Tanto fue la luz que lo cegó de dolor, que esperó a la noche para poder irse ya que era mejor la luz de la luna. Conforme pasaron los días, pudo acostumbrarse a la luz del sol, luego, se dio cuenta que vivió toda su vida engañado con las imágenes de aquella cueva que lo tenia prisionero. El decide regresar para contar sobre las cosas que había visto y que le esperan a su compañero en el mundo exterior, sin embargo, tras contarle la historia el otro lo toma por loco y se resigna a creer en aquella realidad.
El aventurero resignado, acepta que aquella realidad no es posible, y ambos nuevamente se centran en creer en la realidad de las sombras que se reflejan en el fondo de la caverna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario