hay tantas cosas empeñadas en
perderse, que su pérdida no importa.
Pierde algo cada día, acepta el río
de llaves que se pierden, horas malgastadas.
No, no es difícil adquirir el arte de perder.
Practica entonces perder más, más rápido:
nombres, lugares, ¿para adónde ibas?
Ninguna de estas cosas es desastre.
Perdí el reloj de mi madre, y -fíjate- la última
o la penúltima casa querida que tuve.
No, no es difícil adquirir el arte de perder.
Perdí mis dos adoradas ciudades, e incluso
algunos sitios de los que era dueña, dos ríos, un continente. Los echo de menos, pero no es un desastre.
-Incluso si te pierdo a ti (tu voz bromista, esos gestos
que adoro) no habré mentido.
Es obvio que el arte de perder no cuesta ni tanto adquirirlo, aunque por momentos parezca que (¡escríbelo!) sí es un desastre.
Elizabeth Bishop
Traducción: Fernando Pérez
fuente: http://www.letrasenlinea.cl/?p=153
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