sábado, 11 de marzo de 2017

Sintonizando...


Miras una flor e inmediatamente dices que es bonita. Sopesa el hecho, tómate tu tiempo. No emitas un juicio apresurado. Espera..., y entonces ve si viene simplemente de la cabeza que hayas dicho que es bonita, o si lo has sentido. ¿Es simplemente algo rutinario, porque sabes que una rosa es bonita, que se supone que es bonita? La gente dice que es bonita, y tú también has dicho muchas veces que es bonita.

En el momento en que ves una flor, la mente te abastece, la mente dice que es bonita. Se acabó. Ya no hay contacto con la rosa. No hay necesidad; lo has dicho. Ahora puedes pasar a otra cosa. Sin ninguna comunión con la rosa... La mente no te permitió siquiera un vislumbre de la rosa. La mente se interpuso, y el corazón no pudo entrar en contacto con la rosa. Sólo el corazón puede decir si es bonita o no, porque la belleza es una sensación, no es un concepto.

No puedes decir desde la cabeza que es bonita. ¿Cómo vas a poder decirlo? La belleza no es las matemáticas, no es mensurable. Y la belleza no está realmente en la rosa, porque para otro puede que no sea bonita en absoluto; y otro puede que pase sin mirarla; y para otro puede que incluso sea fea. La belleza no existe simplemente en la rosa; la belleza existe en el encuentro del corazón con la rosa. Cuando el corazón tiene un encuentro con la rosa, florece la belleza. Cuando el corazón entra en contacto profundo con cualquier cosa, es un gran fenómeno.

Si entras en contacto profundo con cualquier persona, la persona se vuelve bella. Cuanto más profundo es el contacto, más belleza se manifiesta. Pero la belleza es un fenómeno que le sucede al corazón, no a la mente. No es un cálculo, y no hay ningún criterio por el que juzgarla. Es una sensación.

Osho

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