- Que podemos mirar a las estrellas, pero no tocarlas, que podemos percibir la divinidad, pero no alcanzarla, que la perfección puede ser nombrada, pero no encarnada.
Que al final somos humanos, jodidamente humanos, que este mundo es demasiado denso para poder estirar la mano y tocar el infinito, pero a cambio nos da la oportunidad de subir a las cumbres y beber sus aguas prístinas; que sufrimos nuestros desalientos y frustraciones por la interacción de los otros con nuestro ego.
Pero que se nos da la oportunidad de limar esas asperezas y que una charla hasta las tantas de la madrugada con alguien interesante nos compensa de tanto roce y nos devuelve la esperanza en el otro, en uno mismo...
Que la vida a pesar de lo difícil que es, esta llena de momentos que encienden nuestra alma como lámparas de aceite en las noches de siglos pasados.
Javier Yahan Carvajal Bonillo
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