"Yo erré, Señor, como la ovejuela perdida,
buscándote con industrioso discurso fuera,
estando Tú dentro de mí;
mucho trabajé buscándote fuera de mí,
y Tú tienes tu habitación dentro de mí,
si yo te deseo y anhelo por ti.
Rodeé las calles y las plazas de la ciudad de este mundo buscándote y no te hallé,
porque mal buscaba fuera lo que estaba dentro de mí mismo."
San Agustín de Hipona, Soliloquios del Alma con Dios, Extracto del cap. XXXI*
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