El Cristo de La Habana, esculpido en Roma y bendecido por el Papa Pío XII, obra de la escultora cubana Jilma Madera, develado por Fulgencio Batista el 25 de diciembre de 1958, dicen que cumplió las plegarias del pueblo cubano de que cayera el dictador a una semana de su inauguración.
Desde el punto más alto de la ciudad en las lomas de Casa Blanca, ha vivido el sufrido jolgorio de la capital cubana en las últimas seis décadas y ha sido el testigo mudo las visitas de tres Papas: Juan Pablo II en 1998, Benedicto XVI en 2012 y Francisco en 2015; sin dejar ni un momento de mandar su mensaje de Amor y Paz para el pueblo cubano con una mano en el Corazón, a manera de esperanza en un futuro mejor para el país.
Sus 320 toneladas de peso, representan la mezcla de razas de Cuba, ostentando labios gruesos como los africanos, ojos oblicuos y pómulos sobresalientes como los indígenas, a la misma vez que es de un blanco marmóreo.
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