Se trata de poder permanecer sin reaccionar ante la cascada de agresiones.
El silencio hará su trabajo porque si podemos parar en el momento, naturalmente contestaremos desde la fuerza del amor y de la compasión que nacerán espontáneamente.
Si logramos salir de la trampa, la agresión retornará directamente sobre el agresor, se frustrará, y finalmente renunciará.
¡Y básicamente no gastaremos energía logrando eso!
Si… claro… es difícil, a veces parece imposible,
pero en un proceso de trabajo interior que incluya la meditación,
se puede lograr.
Lic. Fanny Libertun
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