Las convicciones pueden ser peligrosas si no están equilibradas por la consciencia, sobre todo cuando uno tiene el poder de llegar a mucha gente, con un mensaje que pueda influir en la opinión de la masa, como es el caso de una personalidad o un artista.
De ahí que la responsabilidad debe primar antes de emitir un criterio, que por muy personal y válido que sea, pueda traducirse en un daño a mucha gente. Cuando eres un ser consciente, tu libertad será contenida por tu responsabilidad de hacer lo correcto.
Creer que se hace algo “bueno” por los demás, no significa necesariamente que se llegue a realizar, si previamente no ha aparecido la consciencia.
En el caso particular de los artistas (amén de la calidad profesional que tengan o no), se les debe juzgar por su cualidad artística. Para ello debemos entender que un gran artista es aquel que con su arte eleva las consciencias de aquellos que lo disfrutan. Si el mismo no tiene activada su consciencia, entonces es mejor que le llamemos artesano, que no es otra cosa que una persona que es capaz de crear cosas bonitas y que eventualmente puede llegar a ser un gran profesional, pero sin las virtudes artísticas elementales.
Sin mediar la consciencia, un artista puede llegar a la cúspide de su carrera, pero proporcionalmente se hundirá profundamente en la inconsciencia, lo que lo llevará eventualmente a causar daños a terceros.
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