En medio del dolor, la enfermedad, la muerte o la desgracia de cualquier tipo, y aun en presencia de lo notable y grande, el silencio fue siempre la señal de respeto.
Más poderoso que las palabras era el silencio para los Lakota.
Su estricta observancia de este principio de buena conducta fue la razón sin duda, por la que causaron al hombre blanco la falsa impresión de seres estoicos.
Fueron injustamente juzgados de ser mudos, estúpidos, indiferentes, e insensibles.
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