- Entonces, ¿cómo puede hablarse de Dios?.
- Por medio del silencio.
- Y si es así, ¿por qué hablas tú con palabras?
El Maestro no pudo evitar reírse con todas sus ganas y dijo:
- Cuando yo hablo, no debes escuchar las palabras. Escucha el silencio.
Anthony de Mello
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