Unos meses después, el maestro le informó de que uno de los halcones no consentía en moverse de la rama donde lo había dejado desde el día de su llegada.
El rey llamó a todos los expertos de la comarca para que acudieran a ver qué le pasaba a su halcón, pero ninguno supo qué hacer.
Entonces decidió comunicar al pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al ave.
A la mañana siguiente, cuando se asomó a la ventana, vio al halcón surcando el cielo, así que bajó enseguida y preguntó por la persona que había sido capaz de realizar el prodigio.
Un pobre campesino se acercó y se arrodilló ante el monarca.
- Yo hice volar a su halcón, señor.
El rey, sorprendido, le preguntó:
- ¿Cómo lo hiciste? ¿Acaso eres un mago?
El campesino sacudió la cabeza y respondió:
- No soy mago. Tan solo corté la rama, el halcón se dio cuenta de que tenía alas y voló. El ave no estaba enferma, solamente no era consciente de lo que podía hacer.”
"50 Cuentos Universales Para Sanar Tu Vida"
Manuel Fernández Muñóz
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