Los llamados «espacios seguros» nacieron en los setenta en las universidades estadounidenses, en los días hippies del «peace and love», como un modo de batallar contra los reclutamientos para Vietnam.
Hoy "The Safe Space Network", una web que los promueve en el Reino Unido, los define como «lugares donde todo el mundo puede relajarse y expresarse tal y como es, sin miedo a sentirse incómodo o inseguro por su sexo, raza, etnia, orientación sexual, género, bagaje cultural, religión, edad o identidad física y mental».
Parece una idea honorable, pero alberga una gran trampa: el imperativo de no molestar, acaba COARTANDO LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN.
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