Pero responder con ira, frustración o incluso agresividad es tan inútil como tomar veneno esperando que dañe a otra persona.
El principal escollo, sin embargo, es nuestro cerebro emocional. Cuando escuchamos un insulto solemos reaccionar automáticamente poniéndonos a la defensiva.
Para responder a un insulto inteligentemente necesitamos evitar que se produzca un secuestro emocional, el cual se produce cuando consideramos ese insulto como un ataque a nuestro ego.
En vez de dejar que las emociones tomen el mando, tenemos que activar nuestro pensamiento lógico centrándonos en los hechos.
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