El ego nunca aceptará sinceramente lo que "es", porque cuando mira la Verdad, ve su propia muerte.
Pero, después unos años compartiendo nuestra vida con él, llega el punto en que ya lo tenemos “calado” y empezamos a desconfiar de este incomodo compañero de piso.
Así que puede que en algún momento surja la inquietud o la curiosidad en conocer nuestra verdadera identidad.
Allí es cuando empieza nuestra guerra espiritual...
...en donde, al final, nos demos cuenta de que la parte más íntima de nosotros nunca fue involucrada, pero aparece ahora como la que más títulos posee para ser el verdadero Sujeto".
Leo Carcaiso
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