NO TE DESCUIDES, LA PAZ HAY QUE TRABAJARLA.
Ejercita virtudes que requieren de concentración y autoconocimiento,
esas que normalmente descuidamos por estar ocupados en mil quehaceres “externos”.
De cómo afrontas tus propias emociones y pensamientos,
de la gestión de tus sentidos y pasiones depende que vivas en el cielo o en el infierno.
Obsérvate y domínate, porque si te dejas llevar del miedo, la tristeza o la apatía,
difícilmente cortarás el hilo, ya que no hay muchas evasiones.
Disciplina sobre tu corazón: cuando algún pensamiento no te haga bien, deséchalo.
Procura inclinarte hacia todo aquello que vayas notando que te da paz y alegría…
la armonía hay que currársela.
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