El que acepta la divina voluntad, no conviene que le pida a Dios cosa alguna, porque el pedir es imperfección, como quiera que sea, acto de la propia voluntad y elección, y es querer que la voluntad divina se conforme a la nuestra, y no la nuestra a la divina.
Miguel de Molinos (1628 – 1697)
escritor místico y teólogo español
No hay comentarios:
Publicar un comentario