- La fascinación que te produce la peli, te lleva a creer que la pantalla está ausente -me susurró a mitad de la película.
- Es un buen ejemplo, lo reconozco -contesté-. Me desespero buscando la pantalla a lo largo y ancho de la película, esperando el momento -si es que llega- en que pueda reconocer lo que hasta ahora "paso por alto", a pesar de que está ahí desde siempre. Miedo me da pensar que la única solución para verla es que se detenga la proyección.
- La materia solo existe en tu percepción, hasta ahí llegan mis concesiones a una mente cartesiana y científica como la tuya. Realmente ahí afuera no hay nada "material", solo campos inmateriales de energía interactuando: deberías leer lo que dicen de eso casi todos los premios Nöbel de Fisica. Lo que realmente somos -agregó- es simple consciencia del momento eternamente presente; eternamente existente aquí y ahora. Esa es nuestra verdadera identidad: la pantalla que la película tapa en nuestra metáfora, sin la cual nada de lo proyectado podría fingir que existe.
- Pero todavía creo ser el falso yo individual que me suplanta, una forma separada, un cuerpo. ¿Para qué te voy a engañar? -balbuceé cuando dieron las luces de la sala.
Siempre que le planteo que no avanzo (o cualquier otra expresión de victimismo), y me vuelvo hacia ella buscando su presencia -porque no contesta nada- constato amargamente que ha desaparecido.
Codorníu.
https://aguasabajo.blogspot.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario