Sé que cuando el objetivo de un hombre es hacer daño a otro, todo lo demás puede dejar de importar, o peor aún, todo lo demás se convierte en un almacén de potenciales herramientas con las que llevar a cabo su propósito.
Sé que los hay que cuando se proponen herir no se conforman con herir de cualquier manera sino que persiguen la manera superlativa de herir, quizá con la idea de que al blanco de sus resentimientos demoníacos, no le quede el consuelo del «podía haber sido peor».
ÁdPV
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