La envidia, ese fenómeno que nos deja atascados sin poder desarrollarnos, acumulando odio y resentimiento, mientras vemos el éxito de otros y lo comparamos con nuestros fracasos… es la bencina que prende al primer chasquido, inflamando y destruyendo todo a su paso, cuando se nos presenta la primera oportunidad de vomitar toda la maldad acumulada.
Eso si... siempre y cuando esta oportunidad venga disfrazada de nobles y justos propósitos, de manera que nadie pueda sospechar los reales y bajos instintos que se esconden detrás de semejante desborde.
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